Vías
Despedidas,
llegadas;
hacia dónde irán
los deseos y sus destinos,
cuándo llegarán
los sueños y sus mañanas.
Vías bidireccionales;
como las miradas de lluvia
o los ojos presos de anhelos,
como las manos frías y mudas
o los dedos entrelazando poemas.
Despedidas,
llegadas... olvidos
o encuentros, ayeres
o sonrisas y momentos.
La noria
A vueltas por el cielo,
de vuelta a la tierra;
giran los sueños esperanzados,
los vaivenes de mis manos
y mis miradas que se alejan
de sus lágrimas, de su olvido;
como pasajero, el sol,
los paisajes de azules y nubes,
los mañanas sin un destino...
gira, gira, gira sin cesar,
sin descanso, sin prisa.
La cueva
Se guardan secretos, olvidos,
alguna palabra rozando la locura,
una voz y un eco, una mirada
que busca su paisaje soñado,
unas manos que desean
una caricia anhelada;
las memorias aguardan
en la soledad, en lo profundo
de un abrazo marchitado
entre el viento y el invierno.
Puente y luna
Presos los sueños,
o mis miradas de luna,
o las manos que esconden
a sus palabras rotas,
unos poemas perdidos
entre los caminos y la vigilia,
entre los deseos y la soledad.
Cruzados paisajes
que desentierran los ojos;
quién es el guardián,
quién la prisionera...
se burlan de mí, puente y luna,
entre la noche y los anhelos,
entre las sombras y la ciudad.
El tobogán
Deslizarse en un tobogán
volviendo a la niñez,
subir y bajar sin parar
con la sonrisa en los labios.
Alzar las manos y las miradas
al cielo cuajado de sueños,
de juegos y cogerlos
con la punta de la inocencia.
Volver a los años de niña
y olvidar el pasar del tiempo.
La farola
Alumbrando paseos y calles
la farola adormece las miradas,
entrecerradas aún por los sueños,
esquivas entre la noche;
la farola que alumbra rincones,
entreviendo los secretos,
resguardando las memorias;
la farola y su guardia,
impenetrable, estática,
eterna entre los insomnios.
Autorretrato
Dónde me llevan mis miradas,
mis medias sonrisas;
dónde mis manos entrelazadas
a las palabras esquivas,
mis voces rotas;
dónde mis sueños de volar
cielos y paisajes... dónde.
Amanecer
Contornos entre el amanecer
y la ciudad, silueteándose
a contraluz en la mirada;
retinas que se tiñen de rojos
y naranjas mientras las manos
juguetean nerviosas en el invierno,
mientras la piel tirita buscando
una caricia y un sueño.
El embarcadero
Viejo embarcadero
de naufragios y soledades,
resistiendo a la tempestad
de un mar enojado.
En tu orilla quedaron
varados mis ojos empapados
de ayer y nostalgias,
mis manos de ciudad.
Nadie espera sus sueños;
por el viejo embarcadero
pasan de largo los paisajes,
navegan sin rumbo los mañanas.
La laguna
En la laguna se reflejan
ciudad y naturaleza,
compartiendo belleza,
silencios y deseos,
juegos y andares.
Con la punta de mis dedos
tocaré el agua y su quietud,
su imperturbabilidad,
esa soledad desdeñosa
en las miradas de la gente.
Reflejos de rostros sin nombre,
voces de bocas anónimas;
en la laguna se abrazan
las caricias deseadas,
los mañanas soñados.
El puente
Hoy he vuelto a recorrer
los mismos pasos que ayer,
cruzando hacia el misterio,
camino del fin del mundo,
con mis palabras desgastadas,
mi silencio en la mirada,
mis manos en los bolsillos
y mi soledad en la espalda.
El otoño
Un manto de otoño
para mis pies desnudos,
para mis poemas
destilando soledad.
Cubiertos quedaron los jardines,
mi cuerpo y mis palabras;
mi voz suspirando por su primavera.
Otoño que dará paso al invierno,
a la piel que tirita bajo su piel,
a las miradas que esconden
una intención, un empeño.
Entre hojas y otoño, un manto
de silencios alfombrando mis manos,
un manto cubriendo mis huellas.
Fauces
Caer, caer en un abismo
entre las fauces de un silencio,
y ser del olvido.
Mis palabras machacadas
no escuchan a sus manos,
ya no son caricia y voz.
Caer, caer entre las fauces
de la soledad de las miradas,
y no ser más que olvido.
La silla
Ya mis labios quedaron
postrados y sin huella,
inmóviles en una caricia
del viento y el otoño.
Quizás, necesite de mis manos
para barajar soledades y sueños,
palabras y amaneceres,
memorias y olvidos.
Puede que precise de mis miradas
para andar voceando sonrisas,
y olvidar nostalgias
entretejidas en la piel y el pasado.
El puente
Puentes que trazan un destino,
al pasado, a las memorias
retenidas en las miradas,
a los instantes de soledad.
Puentes que se dibujan
con huellas de tiza sobre los sueños,
y a cada paso, se van
haciendo olvido, se hacen del ayer.
Barandas
Otoño y ciudad,
barandas que ascienden
a un sueño inalcanzable,
un deseo de manos y miradas
a través del objetivo.
Cruzan los pasos,
miden los silencios,
y al final una instantánea irreal
que dibujará un paisaje,
un momento olvidado en el ayer.
El estanque
Mis retinas en reposo
difuminan un instante
que quiere ser memoria,
ser del ayer entre mis manos.
Vuelos que quizás no retornen
al otoño del estanque,
colores que se irán apagando
entre mis miradas de invierno.
Columpios
Columpios...
para mis manos de tierra,
para esas miradas soñadoras
que dibujan un horizonte.
Columpios...
para mis palabras mudas,
para esos versos de piel
que contonean siluetas.
Columpios...
para tocar el cielo;
columpios...
para abrazar los sueños.
Entre costuras
Entre hilos y miradas,
hilván a hilván,
pespunte a pespunte
voy tejiendo con palabras
mis versos y mis sueños...
sueños, versos y manos
entre costuras y amaneceres,
sueños, versos y manos
entre costuras y deseos.
Agujeros
Inquisitivos agujeros,
me observan,
siguen mis pasos;
son callados y curiosos,
cautivando mi mirada,
resguardando mi silencio.
Quizás, no sean más que oscuridad,
soledad, olvido, el abandono
de unas manos que no recuerdan las palabras;
tal vez, no sean más que sueños
esperando las mañanas, las horas
para ser una esperanza, un destino.
Otoño
Hojas que el viento arrastra,
que quedan en el camino,
inservibles, muertas,
anónimas y olvidadas.
Otoño, siempre otoño
entre las manos que sueñan
con sus primaveras,
siempre otoño entre las miradas
que desean ser caricias.
Hojas caídas por el viento,
sin voluntad, sin destino,
conformistas, desmemoriadas,
agonizantes y solitarias.
El árbol
Se secaron mis manos
sin proyectos ni palabras,
acabadas en su silencio,
sumisas en el abandono,
desarraigadas de sus memorias.
El viento las mecerá hasta su derrumbe,
hasta que mueran en la soledad,
hasta que su olvido se convierta en polvo.
Este árbol... mis manos... terminarán
agonizando en el asfalto de la ciudad,
sucumbirán entre miradas de invierno.
El banco
Esperas,
impasible,
sin destino...
tan sólo unos sueños
que alberguen tu reposo,
tan sólo unas manos
que acaricien tu soledad.
Baile
Abrázame con tu fuerza,
no me dejes caer en ningún abismo...
Suena la música, danzan los cuerpos.
Siluetas recortadas sobre la pista.
Sentimientos al ras de la piel.
Dame tu mano,
mira mis ojos... abrázame con tu fuerza.
No hay puertas
No hay puertas
que limiten las miradas,
ni candados que encierren
los sueños de unas manos.
Mar libre jugando entre los deseos,
por entre las palabras abandonadas,
por entre las voces calladas
en sus orillas solitarias.
Calles nocturnas
Todavía es temprano;
aún se resguardan los sueños entre la piel,
el calor entre las sábanas,
el mañana entre las miradas apagadas.
Por las calles desiertas
duermen las sonrisas de los deseos,
los ecos están callados,
el silencio es de la noche.
Todavía es temprano
para pasos y sonrisas;
las huellas permanecen escondidas
entre las sombras y la soledad.
Trenes
Pasajeros anónimos
con sus miradas acristaladas;
pasarán paisajes y sueños
mientras se abandonan las raíces,
y atrás quedará la ciudad
en busca de un destino.
El cuartel abandonado
Memorias...
las de los olvidados
que silenciaron sus labios
entre muros y rejas.
Palabras...
desdibujadas entre rincones y puños;
son voces que negaron sus miradas rotas,
que abjuraron entre lágrimas de hormigón y soledad.
En los ecos de las paredes
resuenan los instantes del ayer que fue,
en las retinas del pasado
se esconden vidas, dolor... muertes.
Ruedas
Quedaron varados los caminos
a la espera de unas huellas;
también así mis manos que giran
su infortunio en el silencio,
también así estas ruedas abandonadas
en la soledad del asfalto.
Restos arqueológicos... ¿una piedra más?
Encontré piedras del pasado
en la memoria del camino;
hablan, susurran, gritan,
me cuentan, les escucho...
mas mis pasos quedaron anclados
en el km. 4.7 de un maratón perdido.
Reflejos
Cansados Tierra y Cielo
voltearon sus sueños en un reflejo;
¿quién eres tú sino mi deseo de volar?
¿quién eres tú sino mi ansia de echar raíces?
