El cristal
Se hicieron añicos los paisajes,
opacos y quebrados en las miradas,
embebiéndose negros en las manos;
nada se vislumbra más allá del olvido
que atrapa las mañanas en telarañas.
Un golpe, otro... y caerán impasibles
las horas en el vacío, quebrándose
anónimas en sus sueños olvidados.
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