Amanecer
Amanece... nubes en ocre.
Nubes... despiertan en ocre.
Ocre... reflejando.
Mar en calma,
apenas una brisa,
unas gaviotas...
unos pasos al amanecer
pincelados en ocre,
unas miradas soñolientas
dibujándose en ocre...
sí, ocre en el amanecer
despuntando la mañana,
ocre retozando en el eco
de unos sueños... ocre
en el amanecer, entre nubes
que huyen de mi mirada.
Mirada
Mirada,
miradas,
palabras sin voz;
un gesto,
una caricia,
un silencio cómplice,
que dice, que cuenta,
que es eternidad
en lo profundo del azul,
azul mar, azul sueño,
el azul reflejo del azul...
palabras sin voz,
miradas,
mirada.
Torreta de vigilancia
Vigía en su abandono,
en su ayer desfigurado
por las horas muertas;
aún hoy, agazapada,
una mirada serena
de miras en la distancia;
aún hoy, en la espera,
unas manos inquietas
buscando un blanco,
un objetivo... mi objetivo
de instantes y momentos,
mi blanco de propósitos
y pasados dormidos.
El color del dinero
El color del dinero...
y tus manos en blanco negro;
el color del dinero...
y las palabras rondando sombras,
voces en silencios negros.
Compra...
arco iris... sueños...
el color del dinero
no sabe, desconoce;
el color del dinero
no quiere, no sueña.
Color
Rojo sobre verde,
fondo azul;
palabras sobre voz,
piel y silencio.
Rojo y verde... azul,
miradas mudas,
manos rotas;
rojo, verde y azul
en la fugacidad del instante,
en lo etéreo de los sueños.
La botxa
En la Plaça de la Botxa
se perdieron las risas
en el eco del olvido;
ya nadie juega,
ya nada se espera,
tan sólo el rastro desdibujado,
el toque suave y desplazado,
las manos certeras... tan sólo
eso queda en los rastrojos
del ayer, del abandono...
en la Plaça de la Botxa
se edifican solares en soledad.
Corazón
Donde un corazón roto
yace desesperado,
donde una declaración de amor
no es más que olvido,
donde una promesa
fue abandonada,
donde un "te quiero"
no es más que el eco
de un silencio sordo...
al alba, recogerán los restos
y los echarán en la soledad
de los naufragios, en el desamparo
de los sueños no soñados,
en el insomnio de las miradas
distantes, de las caricias huecas.
El ventanuco
En soledad,
con el paso del tiempo
tras sus secretos,
aguarda, calla los silencios,
las miradas curiosas de las horas,
las palabras forjadas
y enredadas en el ayer;
calla las caricias de los inviernos,
de los veranos... de la luz;
calla las noches en vela,
las lunas reflejadas;
calla el roce de unas manos,
las voces de los sueños;
en su soledad, calla... aguarda.
Aire
Aire encerrado, encarcelado
en las rejas del silencio;
aire que quiere ser viento
y no es más que un susurro
apagado e inmóvil;
aire que no tocan las manos,
que no ven las miradas;
aire que no revolotea
ningún sueño, ninguna
esperanza, ninguna palabra;
aire que desea y no es,
aire que calla, que silencia
su soledad en el olvido.
La sombra
Soy sombra en el ayer
que perece en su silencio,
discreta, tímida, incorpórea
entre la memoria de las miradas,
entre la caricia del olvido.
Soy hoja en el viento
que se mece a su capricho,
un reflejo ausente que vive,
que cambia su destino
en un susurro imperceptible,
en una voz callada.
El cuadro
Paisajes rasgados
en miradas rotas;
la mano del pintor
quedó suspendida...
no hay nada detrás,
sólo el abandono en el silencio,
sólo el silencio del olvido.
Rasgados paisajes
yaciendo en los sin sueños,
en los sin mañanas,
rotos sus colores,
en deterioro las pinceladas
de los anhelos.
La rambla
Rambla desahuciada
por donde transita
la soledad y el abandono;
tormenta por caer
mientras escapan los sueños
en vagones vacíos;
no tienen dueños ni nombres,
tan sólo huyen de las garras
de la ciudad... mientras,
va mordiendo el silencio
en las palabras,
en las voces que duermen,
en las manos caídas.
La huella
Antaño sobre hoy,
soledad sobre piel,
olvido sobre miradas...
huellas en el asfalto.
Tristeza sobre palabras,
silencio sobre manos,
fracaso sobre voz...
huellas en la ciudad.
Huellas petrificadas...
en un camino sin destino,
en un cielo cerrado,
en un recuerdo vacío.
La ventana
Sólo lo que tú escondas,
lo que quieras contar;
sólo lo que olvidas,
lo que silencias en el ayer;
sólo lo que guardas
en el murmullo del viento,
en el roce de las miradas;
sólo las voces que callaron,
las caricias que se perdieron.
Manos
Callarán los labios
sólo para que hablen
las manos, para que
se unan y abracen
su silencio, su tiempo;
manos que atrapan
el roce de un instante,
manos que dicen
más que una palabra,
manos que expresan
más que una voz.
La sombra
La larga sombra
recortándose en el pavimento,
en negro sobre color,
en silencio entre el ruido
de unos pasos tenues,
pasos en ascensión hacia la nada,
hacia un mañana incierto;
larga sombra que busca otras sombras,
un color irisado iluminando los caminos;
larga sombra recortada en el pavimento...
frío y rezumando soledad en la ciudad.
Juguetes
El oso, el mono
y el cocodrilo;
juguetes desterrados
de las miradas adultas,
abandonados de las manos,
en el olvido de la memoria;
juguetes buscando dueño,
como buscan los sueños
su sitio en mi mirada,
como buscan las palabras
su hueco en mi voz.
El oso, el mono
y el cocodrilo;
reptando moribundos
en los recuerdos,
colgados de una lágrima
que resbala en su soledad.
La copa
Sombra en proyección
conteniendo cada hora,
cada minuto del ayer;
quizás solamente sea
un refresco calentándose
en el sol de la tarde,
derritiéndose, olvidando
su frescor, calentándose;
quizás solamente sea
un puñado de recuerdos
aguándose en los sin mañanas,
olvidándose de los nombres,
los rostros, los momentos;
quizás solamente sea
un reloj de hora única
que marca el caos,
los fracasos, las vicisitudes
de unas manos que sucumben
en el silencio de sus palabras.
Manantial
Como un manantial
así brotan los versos,
en cada imagen,
en cada propósito
de las manos,
en cada empeño
de las miradas.
Agua que alborota
a los sueños dormidos,
agua que emana sin pasados,
sólo presentes;
manantial de deseos
efervescentes,
de momentos efímeros;
manantial que no recuerda
su ayer, que olvida los instantes
de la mirada que anhela.
La ambulancia
Bravo 2, aquí el olvido,
dime dónde unos recuerdos;
Bravo 2, aquí la melancolía,
dime dónde unas sonrisas;
Bravo 2, aquí la mediocridad,
dime dónde unos sueños;
Bravo 2, dime dónde la cura
para la soledad de la piel,
la de una voz abandonada,
la de unas palabras que repiten
siempre que sus manos
son vacío, que son la nada;
Bravo 2, ¿me escuchas?
Bravo 2, ¿me recibes?
¿Rasca-cielos?
No es que quiera
alcanzar el cielo;
en tierra tengo los caminos.
No es que vaya a volar
con alas de Ícaro;
en tierra tengo los sueños.
No es que desee
el azul de los mañanas;
en tierra tengo lápices,
pinceles y un lienzo en blanco...
no, no es quiera un cielo,
tengo la tierra, tengo la tierra
para soñar con el cielo.
Reflejos y sombras
Hoy mis manos
abandonan su búsqueda,
tan sólo una sombra
en reflejo fugaz,
un abrir y cerrar de miradas
que serán noche,
que serán esa masa negra
que repta en los sueños;
hoy las manos
olvidaron sus propósitos
y se dejaron caer
en el abismo de la pereza,
en el deambular sin caminos;
hoy las manos
se mezclan en lo abstracto
de un capricho, en lo pasajero
y efímero de la existencia de la luz.
Desenfoque
Ya sé que mis manos
son desenfoques de sus sueños,
que sus palabras
son distorsiones de lo real:
ya sé que mis ojos
son lejanos y distantes,
que sus miradas miopes
no alcanzan más que un deseo;
ya sé que mis voces
son silencio, y mi silencio
un borrón en el olvido;
ya sé lo largo que es un camino,
y que se desenfocan los instantes,
los momentos en una profundidad
sin fin, sin mañanas... e ir a tientas
es tan sólo una imagen de mis poemas,
es tan sólo un sueño en la noche.
La flor
Quién conoce tu nombre...
soledad, silencio, desesperación;
quién te tomará de la mano...
fracaso, tristeza, vacío;
quién velará tus sueños,
tus deseos, tus esperanzas...
miedo, angustia, olvido.
El balcón
Un balcón con vistas al ayer,
tan derruido como los recuerdos,
tan ajado como las sonrisas olvidadas;
todo es silencio en el interior,
donde las paredes se desmoronan,
donde las horas se ennegrecen
en el pasado, en el vacío de su soledad;
afuera, la lluvia golpeará con rabia
su dolor, su abandono... y con el tiempo
se quedarán las memorias en escombros
que las miradas amontonan implacables.
Reflejos
Son instantes de ida y vuelta,
imágenes grabadas en la fugacidad,
en la visión pasajera del vagabundeo;
un reflejo anónimo del autorretrato
de la irrealidad, de la mirada soñadora;
basta un clic para ser inmortal
en un segundo, en un ayer perezoso
que se abandona en el tiempo;
un clic inquieto en un reflejo
de silencio, un clic juguetón
en las manos que vocean olvidos,
tristezas, miedos, memorias.
Después...
Después de la cosecha
queda el abandono,
un erial de espera,
la sequedad de la tierra
que embebió sus esperanzas;
quedan los surcos ajados,
vacíos y sin semillas,
destrazados en su dolor,
en su olvido, inertes;
queda la mordiente soledad,
la desnudez de la nada,
el silencio convertido
en terrones sin vida;
después de la cosecha
quedan las manos caídas,
las miradas sin sueños.
El espejo
Luces que entre bambalinas
olvidaron su función;
ningún rostro asomará
entre los brillos de bohemia,
y callarán las voces
en el silencio de la platea;
quizás, un aplauso en sordina
reavive el eco,
quizás, un perfume suspendido
evaporice la soledad...
hoy no hay función
en el ayer de ninguna sonrisa,
hoy el espejo denunciará su ausencia,
su olvido... su mirada.
La curva
Donde derrapan los mañanas
a la velocidad de la soledad,
donde se estrellan los sueños
en muros de oropel...
donde se incendian las voces
en palabras de ceniza,
donde se chocan las manos
en los abrazos de la nada.
Batucada
Resuenan los tambores
silenciando la ciudad;
estrépito, desenfreno,
en una batucada de ritmo,
en un estruendo de color...
no puedes parar
en la eternidad de un eco,
no debes parar
en la vorágine de las manos;
suenan los tambores,
calla la ciudad.
