Cinco
Como cinco dedos
que van muriendo
en la lentitud de las horas,
mermadas ya sus puntas
en gangrena pausada;
quedarán las palabras
suspendidas en la voz,
una voz que recita
en silencio, en la soledad...
que recita los sueños
de sus labios muertos,
de su piel marchita.
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