La chimenea de la vieja fábrica,
como monolito imbatible,
abruma su verticalidad
queriendo ser cielo y nubes;
solitaria, ausente, sólida,
respira todavía su ayer,
resguarda sus voces,
aplaca su calor en la soledad.
Abrázala con tus manos de ciudad,
con tus miradas demudadas en el vacío,
arrima tus sueños de invierno;
la chimenea de la vieja fábrica
todavía humea entre recuerdos,
entre el pasar de las horas.
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